Quemar los armarios de las redacciones
Cuando, en la oficina, se habla de los planes para el fin de semana, ¿tienes miedo de hablar de tu pareja? ¿Aguantas estoicamente los comentarios homófobos, bifóbicos y tránsfobos que todavía sueltan tus jefes, tus compañeros periodistas y fotógrafos, tus fuentes? ¿Has sentido terror cuando te pedían, a la hora de firmar el contrato laboral, tu carnet de identidad? Si formas parte de la comunidad LGTBQ+, seguramente hayas respondido “sí” a alguna de estas preguntas. Un tercio de los trabajadores del colectivo se ha sentido alguna vez discriminado por su orientación sexual o su identidad de género en su puesto de trabajo, según un estudio realizado en 2013 por la Federación Española de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB). Y esto incluye, por supuesto, a los profesionales de la información. El sector de la prensa suele pensarse a sí mismo como un medio especialmente progresista y abierto, pero la oficina es siempre un campo de batalla para las personas LGTBIQ+. Entre los que, en este estudio, denunciaban haber sido discriminados, más del 70% decía haber sufrido bromas en su entorno laboral; alrededor de la mitad de los encuestados que denunciaban experiencias de marginación decía haber sufrido un trato discriminatorio por parte de sus compañeros; casi una cuarta parte aseguraba haber estado sometida a acoso laboral. Esto ocurre 40 años después de la primera marcha del Orgullo celebrada en este país. Las oficinas, y dentro de ellas las de los medios de comunicación, tienen que quemar de una vez los armarios.
La homofobia, bifobia y transfobia se cruza también con la precariedad. Los falsos autónomos, los becarios, los trabajadores con contratos temporales o los colaboradores externos están todavía más expuestos a la discriminación, flagrante o sutil, en base a su orientación o su identidad sexual. Porque si se levantan, si se oponen a ser tratados como un chiste o a que se cuestione su mera existencia, pueden ver cómo se esfuman los encargos, cómo la empresa decide no renovar su contrato. Existen los mismos temores cuando se trata de protestar ante una información homófoba, bifóbica o tránsfoba, tan frecuentes en nuestra prensa: una información en la que se emplee el género incorrecto para referirse a una persona trans, en la que se reproduzcan clichés nocivos sobre una determinada orientación sexual, en la que se desprecie a las personas que viven con VIH… Ejemplos no faltan. Si las redacciones son espacios de discriminación, ¿cómo no va a serlo la información que producen? Si los trabajadores tienen miedo, ¿cómo van a ejercer su trabajo con independencia? Y los lectores, oyentes o espectadores LGTBIQ+, ¿cómo van a recibir el contenido riguroso que necesitan y merecen?
Los trabajadores del colectivo son doblemente precarios. Y no encuentran, a menudo, el apoyo esperable ni por parte de sus compañeros ni por parte de los sindicatos tradicionales, incapaces de proteger a los empleados más vulnerables. Con frecuencia, los medios de comunicación denuncian la homofobia, bifobia y transfobia en las calles y en las instituciones olvidando, convenientemente, mirar a sus propias redacciones. Los miembros LGTBIQ+ de la sección de Prensa y Medios de Comunicación de CNT decimos basta. Basta de sufrir un entorno laboral que nos empuja a los márgenes, basta de temer el día en que tengamos que salir del armario en un ambiente hostil, basta de tener que elegir entre ser visibles y combativos o tener estabilidad laboral. Desde la sección de Prensa y Medios de Comunicación de CNT llamamos, también aquí, a la solidaridad y al apoyo mutuo: ante la homofobia, la bifobia y la transfobia, nos encontrarán a todos.
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Sección de Prensa y Medios de Comunicación – CNT
Sindicato de Artes Gráficas, Comunicación y Espectáculos