23 de abril, nada que celebrar. CNT Artes Gráficas, Comunicación y Espectáculos – Sección de Música

Hoy es el enésimo “día mundial de…”, en este caso, el Día Mundial de la Propiedad Intelectual. Antes de aclarar si desde CNT nos sumamos como sindicato a esta celebración queremos poner una serie de datos encima de la mesa, para contextualizar de qué estamos hablando exactamente. Y lo vamos a ejemplarizar con la entidad de gestión de derechos de autor más conocida, la SGAE, y que tiene relación directa con la actividad que desarrollan las y los afiliados a la Sección de Música de CNT Gráficas.

¿Se imaginan un sindicato en el cual a mayor sueldo mayor número de votos en las asambleas? Pues así funciona la SGAE. ¿Un sindicato en el que no hay alternativas posibles y donde se convive con los empresarios (los grupos corporativos de las discográficas), como en los sindicatos verticales franquistas? Pues así funciona la SGAE. ¿Un sindicato que recibe multas periódicas por tarifas abusivas, que tiene ahora mismo una dirección colegiada para no ser expulsada como organización de la internacional de entidades de gestión (CISAC), y que, ya el colmo, al que el gobierno ha tenido que exigir las cuentas de cuánto dinero se ha llevado la actual dirección del fraude conocido como la Rueda de las televisiones? Exacto, hablamos de la SGAE.

Nos detenemos un momento en la Rueda de las televisiones: esta consiste en poner música durante horas en horario de madrugada e interpretada en directo, ya que así se generan más derechos de autor que al emitirla simplemente grabada (se suponía que esto iba a incentivar más programas de música en directo, pero no ha sido así). Canciones desconocidas de autores desconocidos, que se emiten en horarios donde la mayoría de la clase trabajadora está durmiendo, generan millones de euros en recaudación y superando a los artistas y bandas de más éxito.

Este fraude económico, de gestión colectiva y sobre todo ético, beneficia a las televisiones y que se llevan su parte a través de sus editoriales musicales -una “mordida” del 50% de los derechos de autor para colar música en horario nocturno-. La Rueda salpica tanto al actual presidente de SGAE como a muchos de los miembros del Consejo de Dirección y Junta Directiva, sin que nadie plantee dimitir, algo muy característico de las élites del estado que nos ha tocado vivir. Así las cosas, el Ministerio de Cultura ahora quiere aclarar cuánto dinero de la Rueda llega a los directivos de SGAE. Y recuerden: aquí el dinero es votos, y votos en las asambleas de SGAE es poder. Mucho poder.

La Rueda de las televisiones no es el único problema de SGAE. Los acuerdos opacos -e intuimos que muy a la baja- con gigantes como YouTube o Spotify son otros. Que con las tecnologías actuales haya millones de euros de dinero que la SGAE recauda y a los cinco años se queda porque no encuentra a los autores/as de esos temas es otro. Entidades de gestión del audiovisual como DAMA o nuevas alternativas para Euskal Herria como EKKI demuestran que con asambleas limpias -un socio, un voto- y con una manera de recaudar (y por tanto, de repartir) transparente, sencilla y clara, las cosas podrían ser de otra manera.

Con compañías que atan a los artistas con esa forma de neo-esclavitud que son los contratos 360º, con una gestión colectiva de SGAE anacrónica e injusta y una miríada de asociaciones financiadas por la Fundación SGAE (que recibe esos millones de derechos de autor que la entidad es incapaz de encontrar) como AMA, ACAM, MUSIMAGEN, la que ha galardonado recientemente a Teddy Bautista llamada MUSICAEM…. En estas circunstancias pensamos que no, este 23 de abril no hay nada que celebrar, más allá de que (de momento) las multinacionales han sido expulsadas de los órganos de dirección de SGAE, veremos si definitivamente.

Hay que recordar que en Cataluña CNT-FAI colectivizó cines, teatros, salas de fiesta… y la propia SGAE. Lo hizo teniendo claro que las y los intérpretes musicales cobran por sus actuaciones y las y los autores por sus composiciones. Hay que recuperar de nuevo una visión sindical y libertaria de los derechos de autor, que pasa por asambleas donde todas las personas puedan votar en igualdad de condiciones, con conocimiento de los acuerdos que se llegan con empresas multinacionales, con los empresarios fuera de las sociedades de autores y, sobre todo, teniendo claro que la defensa de los derechos de autor es un frente más en la lucha de clases.

Por eso hay que arrancar mejores condiciones a multinacionales explotadoras como YouTube o Spotify, que pagan cantidades vergonzosas a las y los autores por su trabajo. Y que se derogue el artículo 71 de la Ley de Propiedad Intelectual, que ata de por vida a quienes se ganan la vida componiendo con las editoriales musicales, en un agravio comparativo histórico con otros campos como la literatura, donde el autor puede “liberarse” de un contrato abusivo mucho más fácilmente y con plazos razonables.

Y no olvidamos que la CNT fue denunciada por la SGAE en el año 2009 intentando con ello impedir cualquier cuestionamiento tanto de su política interna como pública, donde obtuvimos una sentencia favorable.

Por todo ello… 23 de abril, nada que celebrar.

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